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miércoles, 30 de abril de 2014

ARTICULO PUBLICADO EN EL PERIODICO LA PROVINCIA

El valle del café

La historia del prestigioso café de Agaete se remonta al siglo XIX, pero las circunstancias que han marcado el paso del tiempo provocaron que mermara su comercialización. En la actualidad, los productores de la zona, ya asociados, tratan de rescatar
15-05-2011 
 
               Elena Báez y Pedro Callicó recogen café en su finca del Valle de Agaete. LP/DLP
El café es la segunda bebida más tomada en el mundo. Y el Valle de Agaete es el único productor actual de toda Europa, pero debido a la escasa cultura en este ámbito, aún es el gran desconocido. El café de Agaete se cultiva desde el siglo XIX, cuando los ilustrados decidieron plantar las primeras semillas de cafeto en el Huerto de las Flores, ya que veían en él una fuente inagotable de riqueza. Los expertos de la época explicaban que la temperatura suave y similar a lo largo del año, la cantidad de agua y el suelo volcánico y fértil, ofrecían las mejores condiciones para producir el café. Aunque poco después se descubrió que era en el Valle donde se recogía una mayor cantidad de café y de mejor calidad que el cosechado cerca de la costa. En el Valle se llevan a cabo dos procesados del café diferentes: el seco, y el húmedo. Ambos difieren el uno del otro en el tiempo de duración y en el gusto y sabor.
La variedad que se importó a la Isla fue la Typica, café de grano verde y tueste natural. Hasta la década de los sesenta todo se hacía de forma manual; entonces empezaron a introducirse las máquinas de descascarillado, secado y tueste.
Aunque nunca se dejó de producir café, con el paso del tiempo el alto coste de la mano de obra y la escasez de agua provocaron que menguara la producción, dejando el consumo de esta exquisitez para unos pocos privilegiados.
Es el caso de la familia Lugo, claro ejemplo de generaciones productores. Desde el mismo siglo XIX cultivan el café a la sombra de mangos, guayabos, aguacates y viñedos. La finca La Laja es testigo de los primeros granos de café recogido en el Valle de Agaete, y lo sigue siendo hoy, gracias a Inocencio Lugo y su hijo, Víctor. Juntos llevan toda la vida cuidando de su finca y disfrutando del intenso sabor de los granos más puros.
Víctor es la cuarta generación que se dedica en cuerpo y alma al café, y es el presidente de la Asociación Agroagaete, que entre otros menesteres persigue la Denominación de Origen de un café "único en España y Europa", comenta.
Él mismo explica que en el café influyen varios aspectos, tales como la variedad que se cultive, el secado, el tostado y cómo se prepare en la cafetera. Los Lugo lo prefieren poco tostado y con poca cantidad en la cafetera para que no quede oscuro. "Si cierras los ojos y acercas la taza a la nariz parece que estés abriendo por primera vez una caja de bombones". El café de La Laja es suave, clarito y con un marcado aroma a chocolate y frutas, y apenas necesita azúcar. Su sabor deja huella varios minutos después de haberlo tomado. El proceso en La Laja es en seco. Lo mantienen varios días en las máquinas de secado, y una vez seco se descascarilla y se tuesta. En un mes puede consumirse ese café.
Inocencio sonríe mientras recoge. "Los abuelos de mi mujer ya recogían café en esta finca, y nosotros aprendimos el oficio de niños. Hemos nacido y nos hemos criado con el café". Sin dejar la tarea, explica que los cafetos empiezan a producir después de tres años plantados. Se recolecta en junio y en unos meses ya está listo el café para ser comercializado. Inocencio recuerda que hace muchos años su finca sola llegaba a producir unos 3.000 kilos de café. "Es único, por su sabor y su aroma; no hay otro igual".
Tiempo y personal es lo único que le hace falta a este café para su impulso mundial. Dice Víctor que son los mismos agricultores los que buscan subvenciones y medios a través de la asociación, y que esta falta de personal es lo que merma la actividad. "Ilusión y dedicación nos sobra, el tiempo no".
Muy cerca de La Laja se encuentra la finca Callicó, regentada por un matrimonio que cosecha café desde 2003, aunque la finca ya tenía cafetos antiguos. Elena Báez y Pedro Callicó disfrutan del cultivo del café, pero saben lo sacrificado que es mantener plenos los árboles, ya que "los veranos son muy fuertes y queman las plantas". Elena pasea entre enormes cafetos en flor asocados por aguacateros y limoneros, y explica que se dan mejor entre árboles porque el viento también les afecta. Sus 20.000 metros de terrenos acogen, además de gallinas, cabras y otros animales, 400 plantas de café.
Elena es el alma máter, quien se encarga, con la ayuda de Pedro, de mantener la finca y cultivar el café. Ellos llevan a cabo el beneficiado (proceso) húmedo del café. A diferencia del proceso que utilizan en la finca La Laja, Elena y Pedro despulpan (quitan la cáscara rojiza) el grano, con la trilladora eliminan otra cáscara más fina que se llama pergamino, y luego secan con las mesas que les ha conseguido la asociación. Se tuesta y se pasa al molinillo. De esta manera consiguen tener café listo para tomar en nueve días.
En una sala impoluta y con marcados aromas a café, tienen una auténtica fábrica con varias máquinas de descascarillado, trilladora, molinillo y tueste traídas de Turquía y Colombia. "Es una gozada poder tomar un café recién cogido y tostado".
"El microclima de Agaete condiciona que el café tenga ese sabor tan especial", dice Pedro. El olor, con el procesado húmedo, es muy intenso, y la producción es más rápida que con el beneficiado en seco. Ambos tienen un sabor y un aroma muy particular, y las dos fincas coinciden en hacer un tueste natural.
 http://ocio.laprovincia.es/gastronomia/noticias/nws-19094-el-valle-cafe.html

ARTICULO DE PELLA DE GOFIO.COM

La historia del café como bebida se remonta casi mil años atrás, a una remota región etíope de la mano de unos monjes, y no llega a Canarias hasta finales del siglo XVII con la creación del Jardín Botánico de La Orotava. Poco después llegaría al valle de Agaete desde Tenerife.


 http://www.pellagofio.com/?q=node/359



 

De un convento etíope a un valle de Gran Canaria

Por Yuri Millares
Todas las referencias al origen del café citan la historia de un pastor de Etiopía que, viendo a sus cabras extrañamente alteradas por la noche, saltando inquietas en vez de dormir, lo cuenta a los monjes de un convento cercano. Éstos pensaron inmediatamente que debía tratarse de algo que comían los animales y en el lugar donde estaban siendo pastoreadas recogieron unos frutos de arbustos que habían sido ramoneados. Así fue como los monjes comprobaron, probando ellos mismos los efectos del fruto en infusión, que su ingestión les quitaba el sueño y adoptaron la costumbre de tomarlo para sus noches de vigilia y oración.
Ese arbusto era el cafeto y esto ocurría en torno al año 1140. Serían los árabes quienes después distribuyeron la planta por medio mundo desde sus primeras plantaciones en Yemen. Los holandeses iniciaron su cultivo en Java a finales del siglo XV, los franceses en Martinica a principios del XVI extendiéndolo después por sus otras colonias en Santo Domingo, Cayena y Guadalupe. En la segunda mitad de ese mismo siglo ya había llegado a Cuba y Brasil y en el XIX ya es un cultivo a gran escala, apreciado, exportado, adquirido y consumido.
Llega a las islas CanariasPara conocer cuándo llega el cafeto a Canarias hay que indagar en los relatos de aquellos viajeros que llegaron al archipiélago y escribieron cuanto vieron y observaron. Todavía en 1764 no hay constancia de que la planta se cultive, ya que no es citada por el comerciante y marino escocés George Glas en su exhaustiva Descripción de las Islas Canarias. Los franceses, que ya lo habían extendido por el continente americano, lo citan en Tenerife en 1803 (Louis Gordier, ingeniero de Minas: “Con gran placer volvía a ver la palmera, el algodonero, el cactus, el cafeto y la platanera en medio de una vegetación frondosa y tupida que me resultaba prácticamente desconocida”) y en Gran Canaria en 1851 (Philippe de Kerhallet, hidrógrafo y marino: “han hecho algunas tentativas de cultivo de caña de azúcar y cafetos”).
Según José Antonio García Álamo, ex alcalde de Agaete e investigador sobre el cultivo del café en el valle que recibe el mismo nombre que el municipio, las primeras plantas que llegaron aquí debían proceder del Jardín Botánico de La Orotava (Tenerife). “El 17 de agosto de 1788 –escribe–, el rey Carlos III dictó una Real Orden por la que se encargaba a Don Alonso Nava Grimón, Marqués de Villanueva del Prado, que estableciera en Tenerife, en los terrenos que juzgara más adecuados, ‘uno o varios plantíos para sembrar y plantar semillas y plantas procedentes de América y Asia, ya que los ensayos hechos en los Reales Jardines de Aranjuez y Madrid no habían tenido el éxito deseado, debido a los rigores del invierno’. Con esta finalidad se creó el Jardín de Aclimatación de La Orotava y aquel mismo año de 1788 llegó a Tenerife la primera remesa de semillas y plantas exóticas en el navío correo San Bernardo. Es muy probable que entre esas plantas y semillas llegadas en el San Bernardo, se encontrasen las primeras plantas de café que llegaron a las islas”.
Jardín Botánico de La Orotava
Basándose en ello, García Álamo sostiene que “las primeras plantas de café que se introdujeron en Agaete, durante el siglo XIX”, procedían de Tenerife, isla con la que Agaete sostenía una intensa comunicación comercial por mar hasta que se construyó la carretera desde Las Palmas. “El Jardín Botánico de La Orotava debió representar un papel fundamental en la difusión de nuevas plantas exóticas por las islas –añade–. Así se desprende por lo expresado por Millares Torres” en su Historia general de las Islas Canarias y cita: “La existencia, pues, del jardín botánico es hoy una necesidad que se deja sentir en el archipiélago, no tanto como centro de una agrupación de vegetales, aclimatados en la provincia, sino como medio de adquirir a módico precio y sin ninguna dificultad los árboles, plantas y arbustos que para su distracción particular necesitan los isleños.”
Otros viajeros han hecho referencia a él en ese siglo XIX en que se implantó en el valle de Agaete (“El café y el tabaco de Agaete pasan por ser los mejores de la isla”, escribió el antropólogo francés René Verneau) y hasta se asombraron de lo extendida que estaba entre la población isleña la bebida de su infusión (Olivia Stone, después de visitar los cafetales de Agaete se dirigió a La Aldea, donde visitó una finca en la que “aunque hay siete cabras y una vaca, no hay ni una gota de leche para beber y los dos niños, de tres y cinco años, beben vino y café como si fueran adultos”). El británico Charles F. Baker, vendedor ambulante de biblias, no dejó de beber café a todas horas en su viaje por las islas. En Gran Canaria, se lo ponían desde el desayuno (“café, pan y leche”) a la cena (fuera modesta, “gofio, papas y café”, o generosa, “huevos, bizcocho, café y arroz con leche”).
 
Alberto Gil recoge café a la sombra de unos ‘cafeteros’ en El Vínculo (parte alta del valle de Agaete)./ foto Y. M.
 
IDENTIFICACIÓN
 

Entre las variedades más antiguas y mejores de arábico

Por Raquel Arencibia Martín y José Manuel Sosa Medina
(Ingenieros técnicos agrícolas de la Agencia Comarcal de Extensión Agraria de Gáldar, Cabildo de Gran Canaria)
La mayor parte de las plantas de café cultivadas con fines comerciales pertenecen a las especies Coffea arabica L. (café arábico) y Coffea canephora Pierre ex Fehner (café robusta), abarcando la primera de ellas más del 75% de la producción mundial. Entre las variedades de café (arábico y robusta), más ampliamente cultivadas en todo el mundo destacan: typica, bourbon, mundo novo, caturra, catuai, kouillou, conillon…
En Agaete no se ha realizado ningún estudio sobre la variedad cultivada, aunque recientemente, durante la celebración de las primeras Jornadas de Valorización del Café de Agaete (en octubre de 2004), el profesor D. Odilo Duarte (jefe de la Sección de Fruticultura de la Escuela Agraria Panamericana de Tegucigalpa, Honduras), basándose en la coloración rojiza que presentan las hojas apicales nuevas y la forma ondulada en los bordes de las hojas, estableció que podría tratarse de la variedad typica. Esta es una de las variedades más antiguas de la especie Coffea arabica y aunque hoy está en desuso en la mayoría de los países productores, la excelente calidad de sus frutos ha hecho que se tienda a su recuperación.
En cuanto a las características organolépticas, hay que añadir las conclusiones emitidas por D. Albert Solá i Trill (director del Forum Cultural del Café) quien, tras organizar una degustación en Barcelona del café de Agaete, lo define así: “De gran calidad. Tiene un buen color amarillo verdoso. Huele a fruta verde. Tostado, se desarrolla e hincha bien. La bebida resultante tiene un gusto afrutado y dulce recordando el chocolate o el regaliz. Es poco ácido. Tiene un cuerpo aceptable”.
Condiciones de cultivoLa planta requiere suelos con buena estructura física, profundos (más de 50 cms), ricos en materia orgánica y con Ph ácido o ligeramente ácido (entre 5,5 y 6). Los suelos de origen volcánico son ideales para el desarrollo del café. Las temperaturas medias idóneas son de 23ºC durante el día y 17ºC durante la noche. El exceso de calor perjudica las floraciones, reduciendo la productividad; temperaturas inferiores a 0ºC producen la desfoliación y muerte de las extremidades de las ramas. El óptimo de precipitaciones se sitúa entre los 1.200 y 1.800 mm anuales, aunque en los países productores varía entre 750 y 3.000 mm anuales.
En los países productores, las áreas de cultivo se sitúan entre los 600-1.200 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.). En Canarias, Víctor Galán Sauco recomienda altitudes de 0 a 400 m.s.n.m. para la vertiente norte y de 150 a 500 m.s.n.m. para otras vertientes [Ver información a continuación: Descripción botánica].
MÁS INFORMACIÓN >>> del cultivo del café en el valle de Agaete y los cuidados del cafeto o cafetero que recomiendan los técnicos, en la edición en papel de RUTA ARCHIPIÉLAGO. Solicite su ejemplar.
 
Café tendido en la azotea de una casa en la parte alta del valle de Agaete./ foto Y. M.
 
DESCRIPCIÓN BOTÁNICA
 

Ocho meses entre la floración y el fruto maduro

Por R. Arencibia y J. M. Sosa
La planta se clasifica dentro de la familia de las Rubiáceas, en el género Coffea, del que existen más de 60 especies de origen tropical. Se trata de un arbusto o árbol pequeño formado por uno o varios tallos de crecimiento vertical (ortotrópicos), que emiten ramas opuestas (bándolas) de crecimiento horizontal (plagiotrópicas).
HOJASParecidas a las del laurel o limonero, son perennes, de color verde, más oscuras en la cara superior y situadas de forma opuesta a lo largo de las ramas.
RAÍCESEl sistema radicular está compuesto por un eje principal, robusto y en general corto (30-50 cm) y raíces axilares o secundarias que nacen sobre el eje principal elemento de fijación de la planta. Tiene ramificaciones laterales o raíces terciarias encargadas de la nutrición mineral.
FLORESLa inflorescencia está formada por grupos de pequeñas flores de color blanco o cremoso que nacen en las axilas de las hojas. La primera floración se produce hacia el tercer año de vida de la planta, alcanzando su plenitud el cuarto o quinto año.
FRUTOEs una baya oblonga o elíptica, de color rojo en la madurez, que contiene en su interior dos semillas o granos de café propiamente dichos. Cubriendo a las semillas de fuera a dentro existe tres cubiertas la piel, la pulpa, el pergamino y una película fina y plateada. Aunque el tiempo que transcurre entre la floración y la maduración de los frutos varía con las especies, variedades, condiciones climáticas y métodos de cultivo, por término medio se calcula de 8 a 10 meses en la C. arabica.
 

EL CAFÉ AROMAS DEL VALLE

sábado, 26 de abril de 2014